El hombre del Chelo
Ahora sí que soplan aires nuevos por aquí...
El viento nos trae a Bel y sus palabras, que suenan a música deliciosa y tocan las cuerdas del alma...
Esta corriente de aire fresco revitaliza y emociona; espero que no dejen de soplar vientos como éste.
GRACIAS, BEL.
Notas de cuerdas profundas, de tiempos remotos fundido con nuestro tiempo roto por la prisa. Sonido acompañado por el canto de las aves que acuden a construir su nido cerca de los acordes arraigados en las manos del hombre del chelo.
Piedras del color de la tierra alojan y albergan al hombre del chelo que con cuidado pellizca las cuerdas para agudizar su tono, adelanta sus hombros y extiende su brazo. A veces su rostro acaricia al mástil y sonríe con los ojos cerrados mientras lo abraza hasta fundirse alma con alma, seducido por el embrujo del cuerpo desnudo de una mujer.
Olvida el pentagrama y toca por inercia, conoce cada nota, cada tono, recuerda cada rincón, cada secreto de su cuerpo y posa su mano suavemente sobre la curva del chelo.
La luz del medio día se filtra a través de los árboles desnudos que se han vestido de otoño, las ramas se alargan en sus sombras mientras son mecidos por la brisa del mar de Barcelona.
El hombre del chelo no descansa, sujeta el arco, pasa sus largos dedos por la varilla e inicia otra pieza musical con más ternura si cabe que la anterior, vuelve a entrecerrar los ojos y esboza una mueca parecida a una sonrisa, muerde su labio inferior y se hunde en un sueño profundo que nadie conoce, sólo él, ella y el chelo.
Dejando ver una gama de verdes y ocres entreabre los ojos, al escuchar de fondo el ch
oque de las monedas en la funda del cuerpo que tanto conoce. Agradece con la mirada y vuelve a la espiral de sueños que a la vez es infierno y tormento, que a la vez es huracán de necesidad.
Vuelve a sentir, a emocionar a otros sin ser consciente de la belleza que desprenden sus notas, sus manos, sus dedos, su mirada, su cuerpo abrazando a otro cuerpo, su alma regalada al viento que respiramos los oídos atentos de los espectadores que no podemos evitar hacer una pausa en nuestro camino para sentir y envidiar el abrazo seductor del hombre del chelo.
Suspira al aire al terminar la última nota, susurra al mástil palabras inteligibles que nadie más que ellos pueden escuchar, posa de nuevo su rostro y levanta la mirada, se sorprende al ser protagonista de tantos observadores seducidos por sus manos. Agradece, coge la funda que protege al instrumento y con un trozo de tela que parece terciopelo lo limpia por última vez, guarda con mimo el chelo que a la vez es sueño incesante y herramienta de creación de entrañas; cierra la funda suavemente.
El viento nos trae a Bel y sus palabras, que suenan a música deliciosa y tocan las cuerdas del alma...
Esta corriente de aire fresco revitaliza y emociona; espero que no dejen de soplar vientos como éste.
GRACIAS, BEL.

Piedras del color de la tierra alojan y albergan al hombre del chelo que con cuidado pellizca las cuerdas para agudizar su tono, adelanta sus hombros y extiende su brazo. A veces su rostro acaricia al mástil y sonríe con los ojos cerrados mientras lo abraza hasta fundirse alma con alma, seducido por el embrujo del cuerpo desnudo de una mujer.
Olvida el pentagrama y toca por inercia, conoce cada nota, cada tono, recuerda cada rincón, cada secreto de su cuerpo y posa su mano suavemente sobre la curva del chelo.
La luz del medio día se filtra a través de los árboles desnudos que se han vestido de otoño, las ramas se alargan en sus sombras mientras son mecidos por la brisa del mar de Barcelona.
El hombre del chelo no descansa, sujeta el arco, pasa sus largos dedos por la varilla e inicia otra pieza musical con más ternura si cabe que la anterior, vuelve a entrecerrar los ojos y esboza una mueca parecida a una sonrisa, muerde su labio inferior y se hunde en un sueño profundo que nadie conoce, sólo él, ella y el chelo.
Dejando ver una gama de verdes y ocres entreabre los ojos, al escuchar de fondo el ch

Vuelve a sentir, a emocionar a otros sin ser consciente de la belleza que desprenden sus notas, sus manos, sus dedos, su mirada, su cuerpo abrazando a otro cuerpo, su alma regalada al viento que respiramos los oídos atentos de los espectadores que no podemos evitar hacer una pausa en nuestro camino para sentir y envidiar el abrazo seductor del hombre del chelo.
Suspira al aire al terminar la última nota, susurra al mástil palabras inteligibles que nadie más que ellos pueden escuchar, posa de nuevo su rostro y levanta la mirada, se sorprende al ser protagonista de tantos observadores seducidos por sus manos. Agradece, coge la funda que protege al instrumento y con un trozo de tela que parece terciopelo lo limpia por última vez, guarda con mimo el chelo que a la vez es sueño incesante y herramienta de creación de entrañas; cierra la funda suavemente.
El hombre del chelo descansa y hace recuento de monedas, no son suficientes y retoma el concierto. Pero no se miente.
Sabe que no continua para cubrir su alquiler.
Sabe que vuelve a colocar la partitura para encontrarse de nuevo.
Sabe que hace tiempo que sobrevive de los recuerdos.
Pero su secreto lo saben su corazón y su chelo,
que a la vez es sueño,
que a la vez es viento,
que a la vez es cuento,
que a la vez el abrazo es tormento.

Sabe que vuelve a colocar la partitura para encontrarse de nuevo.
Sabe que hace tiempo que sobrevive de los recuerdos.
Pero su secreto lo saben su corazón y su chelo,
que a la vez es sueño,
que a la vez es viento,
que a la vez es cuento,
que a la vez el abrazo es tormento.
La herida de la ausencia sangra convertida en notas, acordes y en la voz profunda de un violoncello.
BEL
11 Comments:
Hay que ver que bonita queda mi casa con cuadros de otro pincel, jejeje!!!
Me encanta!!!
Y la niña dice que no sabe escribir.......hasta el más allá ha llegado la música.
Que alegría mi amiga Bel por aquí y yo sin saber estas cosas de ella.
Precioso niña mía.
Los instrumentos de cuerda son mis preferidos en especial el violín y el violonchelo, la música que sale de estos instrumentos es alimento puro. Prueba, si no lo has hecho ya, a escuchar el Canon de Pachelbel, es muy fuerte.
La verdad es que se pueden ver verdaderos artistas por nuestras calles.
¡Ay Bel!
Madre mía Bel!!! Pero que bonito tu chelo...
Chata tienes que tocar más notas y dejarnos oir las melodías que compones.
Precioso aunque nadie eche monedas.
Solo tú podías oír las notas escondidas del músico. Claro, te las lleva el viento....
Niña Bel, pa matarte.....
....de bonito.....
Bel, que preciosa melodía traen tus palabras...
Gracias a ambos.
Bel, hasta aqui llega la melodía del chelo, y el sentimiento de ese hombre.Precioso.
Gracias a los dos por traernos vuestras notas.
Esto ha sido todo un Bel Canto.
Que bonito. Hacía tiempo que no te leía así y me gusta..
Un beso.
Me encanta el sonido del chelo, pero tu lo ticas magistralmente en este post Bel, muy bello
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