Parece que fue ayer...

Parece que fue ayer cuando me llenaba el pelo de colonia para peinarme.
Parece que fue ayer cuando desayunaba leche con galletas mientras veía "David, el gnomo"; cuando lo más horrible que podía pasarme era que se me manchara el baby; cuando jugaba a los papas y las mamas con mis compañeras, y a que un Nenuco era mi hijo.
Parece que fue ayer cuando veía "La Bella Durmiente" cada día; cuando lloraba porque la comida del comedor no me gustaba; cuando me metí en la piscina por primera vez; cuando me apunté al equipo de fútbol, y cuando marqué mi primer (y único) gol.
Parece que fue ayer cuando construía cabañas en los árboles; cuando iba acumulando las batallitas que me contaban los "mayores"; cuando la impaciencia por ir a la playa empezaba en mayo.
Parece que fue ayer cuando me cambié de casa; cuando cogí yo sólo el autobús para ir al colegio; cuando mi profesor era mi mejor amigo.
Parece que fue ayer cuando aprendí a patinar; cuando volé por primera vez en avión, a Roma.
Parece que fue ayer cuando malgasté mis primeros besos en un cuarto de baño; cuando tenía que leer en alto la lección de Historia; cuando operaron a mamá, y fui a rezar a la Basílica.
Parece que fue ayer cuando comprendí el significado de la palabra amistad; cuando tuve que elegir entre ciencias y letras; cuando conocí lo que era ir a un campamento.
Parece que fue ayer cuando, al fin, pude decir "Tengo novia"; cuando decidí por mi mismo cómo y dónde vivir mi fe.
Incluso parece que fue ayer cuando aprobé selectividad, y empecé la universidad.
Parece que fue ayer y, sin embargo, ha pasado tanto tiempo...
A punto de empezar el último curso de mi carrera todo es distinto, y todo esto queda ya muy lejos; muy lejos en el tiempo y en el sentimiento. Pero dicen que si las cosas han pasado rápido es porque las has disfrutado, y es eso lo único que ha sido una constante en mi vida: disfrutar cada momento, y crecer siempre con lo vivido.